Ayer fuimos testigos del regreso a la bestialidad, que se creía superada. Pero no. Sin importar los siglos transcurridos, hemos comprobado que la mal llamada “educación” es para muchos una barata capa de lustre, para disimular el monstruo salvaje nunca desterrado. Pruebas al canto: hordas de jóvenes, adultos, varones y mujeres liberando la tentación de apoderarse de todo aquello que no han sabido -o podido- ganárselo con su propio esfuerzo. La tentación  del robo en plena vigencia, animalizando sus mentes, sin importar el daño a quienes lucharon a lo largo de su vida para elevarse alguito de los inútiles, vagos, farsantes, sinvergüenzas. Prueba  clara de que seguimos inmaduros  para pretender ser soberanos o independientes como Nación. Amargo es decir que este tipo de habitantes, al despreciar la cultura, la educación y el respeto, puedan convivir libremente. Pero lo hacen. Y para colmo, ayudados por otros, algo más astutos, que los manejan desde las sombras. Saqueos y robos a diestra y siniestra  hacen que este país siga estando en segundo plano, sin vergüenza  para vivir de prestado, debiendo dinero a medio mundo, y pretender que se nos vea como dignos de creer y respetar. Cuán huecas suenan  las palabras del Himno: “Coronados de gloria vivamos... ¿Gloria? ¿What is that?

Darío Albornoz

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